Exilio de casa (parte 6)

El más allá es inexplicable. No tiene traducción a lenguaje humano ya que las palabras están sometidas a la evolución intelectual y al andar de las sensibilidades; la esencia atemporal más allá de las formas es, sin embargo, experimentable. Aquello que el cerebro capta como una señal difusa o una imagen borrosa, otra parte del ser la capta inmediatamente y la traduce con ignorados mecanismos, sin necesidad de llegar al fin que todo proceso cerebral tiene: convertir al más allá, a lo informe, en formas.

 El exilio me puso de pie frente a la ecuménica biblioteca de mi casa que, durante dos vidas, se fue consolidando. Verla así, paisaje de las noches de estudio, marco para inspiración de tantas canciones y poemas hechos a su abrigo, no es sino ver una forma; la entidad que en mi se consolidó de su ser a través del tiempo.

El exilio me enfrentó al misterio, a la búsqueda de la esencia detrás de la forma a fin de hallar otra nueva forma traducida desde la misma energía más allá. Los mismos átomos, moléculas, partículas de luz que mi cerebro descifró como libros y memorable biblioteca, se condensan hoy en feria de libros usados. Rotas las represas, un río de papel se desata. Es mi alma quien comprende lo esencial y liberador de tal movimiento, aunque no lo pueda explicar.

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