¡Prince también!

Llego a casa y, en apenas algunos tuits leídos, me entero de que Prince (el músico icónico) ha muerto. Al principio con una desconfianza que no llego a saber si es cualidad que otorga algún críptico mensaje o si es más bien propia de mi mente atascada en el proceso de adaptar la noticia a su realidad proyectada. No llego a saberlo porque el instante de duda dura algunos segundos. Muy pronto otro montón de tuits, mensajes de facebook, fotos de instagram, lo confirman. No necesita mi mente siquiera remitirse a un medio de difusión respetable, es la autoridad social la que habla. Por último, Emilio me escribe una linea que me deja pensando. "Se murió Prince, ¿qué pasa que se están yendo todos?".

¿Es posible eso? ¿Que todos se estén yendo? Es cierto, la seguidilla de músicos que dejaron este plano ha sido descomunal en el último tiempo. Al menos la atención, el enfoque general, ha apuntado a ese suceso con interés. Prince, George Martin (productor de Los Beatles), Keith Emerson (de Emerson, Lake & Palmer), David Bowie, Lemmy Kilmister (de Motorhead). Al instante me dije, "Guau, es cierto. Algo hay." En la lista me parece que faltaba un compositor gigante que es Mariano Mores. Y estos en este año, porque venimos de Michael Jackson, Cerati, Spinetta, Mercedes Sosa, José Barros, Ray Charles, El príncipe, B.B.King, Vinicius, Pappo... Bueno, y antes Jimi Hendrix, Johny Cash, Mateo, Freddy Mercury, Kurt Cobain, Lennon, Harrison, Luca Prodan, Miguel Abuelo, Federico Moura, Atahualpa Yupanqui, Mozart, Schubert, Vivaldi... La lista, evidentemente (y aun incompleta) es interminable.

Esto hizo detener mi proceso y cambiar el enfoque. La gente inexorablemente se muere. Los músicos por ende también. La creatividad, la sensibilidad, la decisión que se haya tenido no es obstáculo para que el cuerpo físico abandone los procesos que le dan vida. Mi razón, suspicaz como siempre, empezó a tejer teorías en las cuales la hiperdifusión y la hiperconectividad crecen exponencialmente en los últimos años más que en ningún otro momento conocido de la historia de la humanidad y eso se asocia directamente a la sensación de cercanía con muchísimos artistas que hubieran sido perfectamente ignorados años atrás y que habrían muerto en el más profundo desconocimiento. Es decir, que conocemos más, accedemos a más y nos enteramos más de las muertes. Y la muerte física siempre es una noticia contundente por su irreversibilidad.

De todas formas, no acepté las teorías que empecé a entrelazar y preferí en cambio sentarme a contemplar. Esos seres que iluminaron con sus obras, con su férrea voluntad de hacer lo que amaban; que mutaron constantemente liberando arte en cada nuevo ser, encarnaron la creatividad. Y esa luz de creatividad que encendieron no se apaga ni se va con la ausencia de sus cuerpos; lo único que nos informa es que no habrá más mutaciones (visibles) desde donde convertirse en arte, creatividad, luz, ejemplo.

Bowie, Prince, Cerati o el flaco Spinetta afortunadamente, muertos y todo, siguen siendo ellos mismos.

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