Columna de Artista

He decidido, sin tanta premeditación, como este blog lo supone, entregarme a la tarea de componer cada semana unos párrafos que naden en los estanques de eso que soy: del ser artista y el ser independiente. Todo por elección. Y la razón es que, mientras me duchaba (el agua pareciera que me enchufa a una corriente universal distinta a la del aire), dilucidé que mi camino fue de escalones elegidos a cada momento.

Inexactamente relataré sucesos, ideas, momentos; todos plagados de las ficciones y opacidades que el paso de la razón otorga a todo. Comienzo este viaje narrativo como un catálogo de conclusiones que el que soy hoy ve en el que vine siendo.

¿Serviría para el nuevo artista en vías de formación? Seguramente, o en parte, o en absoluto no. Es que es apenas una experiencia, y si fuera tomado como puente para llegar a donde yo llegué sólo se lograría eso: llegar a donde yo voy llegando. Y sé que quizá una sola puerta que yo no hube abierto, un grado de diferencia en la latitud de nuestros caminos, un sondeo a un mínimo detalle que para mí pasó inadvertido en cualquier etapa del camino, nos hará llegar a distintos resultados, a distintos paisajes. Y estos, oh artista, son los míos que, paradójicamente, son de todos y son parte tuya también. Por esa misma razón, anhelo que tu camino llegue a más maravillosos parajes, porque ese recorrido tuyo será también el mío (y el de todos). Quiero que sepas que lo sabré.

De forma incipiente descubrí, con el agua corriendo por mis barbas, que el camino del artista independiente en algún momento se enfrenta inexorablemente a un dilema de Soledad o Independencia.


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