Friends&Food

Algo me hace sospechar que la comida y la amistad tienen una comunión poco conocida. A la vez, es una comunión por demás abordada, incluso descreyendo de la existencia de un vínculo profundo.

La amistad es ese reconocerse el alma y entrar en un mutuo confort. Una amistad que se nutre y se sostiene a si misma actúa en un ecosistema de mutua comodidad evolutiva. El ser siente que llega a un refugio de cualquier protocolo, juicio, ceremonia, convención y estructura. La amistad es un espacio para despojarse de todas esas vestiduras con que se trajean los conjuntos sociales: las sociedades (por cierto, a niveles emocionalmente superficiales).

Comer, intuyo, como acto relacionado al ser total: al cuerpo y al alma, encuentra en ese marco de amistad despojada el escenario más adecuado. Se libera a sí mismo de todo juicio, convención, de necesidades alimenticias y protocolos. Y entonces comer con amigos, compartir la cena, el mate, el vino, la merienda, se resignifica y es más que comer. Hablo de un alimento espiritual.Hablo de compartir la organización del menú, conversar alrededor de un mismo mate, preparar café para un momento particular, brindar.

En el brindis de honor que ofrece la embajada de Bélgica chocamos las copas por la hermandad de los pueblos; en la cerveza que comparto con mis amigos brindamos sin mediar un motivo. Por el mismo hecho de brindar. Es más, celebrando la mismísima ocasión de poder estar allí brindando.

Bon appetit!

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