Oyente y autor

OCTUBRE 2013

El autor y el oyente: tan distantes pensamos muchas veces que son, y no. El autor sueña desde el momento mismo de la composición con un oyente. Con que su musa no será el árbol que se cae en cualquier bosque solitario de Indochina. El autor sueña que su arte tendrá un mínimo murmullo y se esmera en resaltar lo que a él le parece que es importante que se escuche, y en eso invierte tiempos y esfuerzos. No obstante, muy lejos o muy cerca de ahí hay un oyente. Uno que tal vez desconoce todo, o gran parte. Uno que se sumerge en la obra como en una puerta que da a un más allá prometedor. Y éste descarado se despacha con unos procesos de intelectualización y de gozo artístico que van por un camino quizás completamente distinto al que el artista procuró mostrar.

El autor recordará luego de las aventuras vividas, y aunque parezca imposible, la casa donde se grabó, las emociones que lo dominaron en cada toma, la luminosidad de la sala, los sabores y perfumes de la impaciencia y la paciencia, y hasta la camisa que llevaba puesta en esos momentos de creación. El oyente en cambio percibirá un murmullo imposible de descifrar y que vendrá bañando las notas y los pentagramas y las lineas circulares de un disco. Y ese murmullo será ese todo que se adjuntó sin que el artista lo supiera. De modo tal que el oyente intuirá de una forma mágica, en el clímax del gozo artístico, los sabores, la luz, la casa y hasta la camisa; aunque de una forma muy abstracta e ignorada.

Toda esta consciencia repentina sobre la comunicación y/o la percepción, me abordó en un apartment day, mientras me sumergía en las noticias que un amigo me enviaba desde el pasado a través de su grabación. 

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